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Pero, ¿quién fue Jesús?


Imagen de La última tentación de Cristo, de Martin Scorsese (1988)

En estas fiestas de comida, bebida y compras seguro que tenemos unos minutos para dedicarlos a pensar sobre el causante de las mismas. Ese personaje nacido el día de Navidad y del que no siempre se sabe todo lo que se cree, por ello este artículo se propone empezar de cero con una pregunta tan básica como la siguiente ¿qué sabemos realmente sobre Jesús?

Debemos trasladarmos a un tiempo de bandidos, revueltas y tensiones como fue el siglo I de nuestra era en la Palestina bajo la dominación romana. Desde el 63 a.C. Judea pasó a ser un reino clientelar de Roma y más tarde pasó a ser gobernada directamente por un prefecto romano, puesto que en tiempos de la muerte de Jesús ejercía el famoso Poncio Pilatos. En este contexto se suceden también las tensiones entre los “nacionalistas” judíos que clamaban contra el invasor romano (es inevitable pensar en la escena del ¿Qué han hecho los romanos por nosotros? de La vida de Brian). Son tiempos de mesías y guerrilleros, Judas de Galilea, Atrongeo, Teudas, Eleazar ben Deinaios… el historiador Flavio Josefo nos habla de no pocos rebeldes durante este siglo. Entre ellos surgió uno más llamado Yeshua ben Yosef, Jesucristo (del griego Christos, mesías) o simplemente Jesús, probablemente nacido en Nazaret (no en Belén) y educado en la fe judía. En el último año de su vida, y según los evangelios canónicos, Jesús viajó a Jerusalén, sus acciones allí son más que conocidas (prédicas, discusiones con otros rabinos, milagros) pero entre éstas una destaca por su contundencia, el ataque a los comerciantes en el templo. Por ella fue detenido y juzgado, recordando siempre que su condena fue de carácter político (en relación con disturbios públicos), ya que su prédica pareció peligrosa a las autoridades judías y romanas, pero no por un motivo religioso.


Recordemos también que la crucifixión era el castigo que los romanos usaban con los insurgentes y que, aunque la justicia la impartía el Sanedrín (consejo judío que juzgaba algunos asuntos en la ciudad), las penas de muerte eran competencia de las autoridades romanas. Por ello descartemos ya la idea de que Poncio Pilatos no quiso matar a Jesús y de que fueron las autoridades judías las causantes. Esto no se sostiene por mucho que sea un lugar común de la educación católica (los evangelios lavarían bien la imagen del gobernador para la posteridad por motivos que no vienen al caso, acuñando incluso la expresión lavarse las manos como Pilatos)

Cristo, Diego Velázquez (1631)
¿Era Jesús un guerrillero anti-romano? Antonio Piñero, catedrático experto en la figura de Jesús, nos dice que aunque la violencia no era central en el discurso de Jesús y aunque no podemos decir que fuera zelote (los invadidos por el “celo” divino que usaban la violencia con una ideología nacionalista-religiosa), al menos uno de sus discípulos si lo fue y debió tener contacto con los que practicaban la “política activa” anti-romana, además de que sobre las cruces de los ladrones crucificados junto a él, los romanos colocaron el letrero de listaí, término con claras connotaciones políticas cercanas al terrorismo. Es decir, estamos sobre un terreno ambiguo donde no se puede llegar a una conclusión exacta, ya que los evangelios pudieron en parte suavizar las palabras de su maestro (debieron hacerlo para continuar expandiendo sus ideas por tierras del imperio sin problemas con las autoridades), pero nunca cambiarla por completo, pues desde el principio se deja entrever un discurso con tintes pacifistas en las palabras de Jesús.

Es por tanto a través de los evangelios (los cuatro canónicos, elegidos por la Iglesia siglos después y cuyos autores no conocemos con seguridad, además de por los muchos otros no “oficiales”), como llega la historia de Jesús a nuestras manos y a las de los hombres y mujeres que nos precedieron. Es, por tanto, una historia oral que se fue modificando por los distintos grupos de cristianos en los años sucesivos y pasando en un momento dado a forma manuscrita en los evangelios, obras de propaganda de la fe y no históricas ni biográficas del personaje del nazareno. Por ello se sabe tan poco de su vida antes de “la vida pública” que lleva a cabo siendo ya adulto, y por ello se inventa su infancia en los evangelios apócrifos tomada en parte de tradiciones antiguas como la de Hércules. Pensemos que los seguidores de Jesús no fueron perseguidos por los romanos, quienes apenas les dieron importancia en su momento (pues no eran más que una entre muchas otras sectas judías) como ocurre también con el historiador Flavio Josefo, quien solo le cita en un párrafo y posiblemente retocado posteriormente.

Cabeza de Cristo, Rembrandt (hacia 1650)

Jesús fue, en definitiva, un hombre que nació en Nazaret en torno al año 6 antes de Cristo (permitidme la paradoja), en tiempos del emperador Augusto y reinando Herodes el Grande en Palestina. Fue un hombre muy religioso y perteneció a una familia con varios hermanos, quizá se casó, quizá incluso era viudo, pero durante su vida pública no tuvo mujer, aunque su trato con ellas fue distinto al de otros rabinos (véase el caso de su discípula María Magdalena). Fue bautizado por Juan Bautista, cuyas prédicas influyeron en gran medida en las suyas. Trabajó seguramente como carpintero, su lengua materna era el arameo, estaba en la treintena cuando fue ajusticiado y, por supuesto (no me cansaré de repetirlo), no era el atractivo varón caucásico de ojos claros que todos tenemos en mente. Predicó la inminente llegada del Reino de Dios, discutió con otros rabinos sobre ello, se rodeó de un grupo de seguidores, realizó “milagros” o lo que los que le acompañaban creyeron como tal. Fue detenido tras el incidente del templo y crucificado tras ello por las autoridades romanas, es decir políticas, junto a dos hombres. Estos son a grandes rasgos los elementos principales que se conocen del Jesús histórico. El movimiento cristiano nace, como nos recuerdan los expertos, pensando sobre él, es decir, el cristianismo que conocemos fue algo que surgió después de lo aquí relatado, muy ligado a los discursos de Pablo de Tarso (más conocido como San Pablo) y sus seguidores. Pero esto, amigos, es ya otra historia. 

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